Publicada en 1973 por el autor Vallisoletano Miguel Delibes.
El príncipe destronado es una novela realista, que presta especial atención a la psicología de los personajes. Es una novela de ambientación urbana.
Fue traducida al inglés en 1986.
La novela explica un pequeño fragmento de la vida de Quico, un niño que pronto cumplirá cuatro años y vive en una familia acomodada. La historia se sitúa pocos meses después de que nazca Cristina, la hermana menor de Quico. Esto produce en él lo que se conoce en psicología infantil como el síndrome del príncipe destronado que da título a la obra. Al ser relegado a un segundo plano en mimos y cuidados, comienza a sentir celos que le empujan a cometer todo tipo de travesuras, mediante las cuales el lector alcanza a conocer su visión del mundo y sus miedos.
Más allá de la psicología infantil, tan certeramente recreada, la novela discurre por los entresijos de las relaciones familiares (padres-hijos, hermanos-hermanos, marido-mujer) y de las relaciones entre la burguesía y el servicio representado por las criadas, en una época todavía muy marcada por el enfrentamiento fratricida de la guerra civil.
El sentimiento de Quico de haber sido desplazado por su hermana provoca no solo que pretenda llamar la atención mediante diversas travesuras o mediante expresiones que él considera malsonantes –“mierda, cagao, culo”-, sino que da lugar a una de las secuencias argumentales más importantes de la novela: el hecho de sostener la mentira de haberse tragado una punta con el fin de mantener la atención que ese suceso ha provocado.
Esta obra fue adaptada al cine en el año 1977, por el director Antonio Mercero, con el título de La guerra de papá.
Cristina de Noruega Cristina de Noruega (en nórdico antiguo: Kristín Hákonardóttir, en noruego: Kristina Håkonsdatter; Bergen, 1234 – Sevilla, 1262) fue una princesa noruega e infanta de Castilla. Era hija de los reyes Haakon IV de Noruega y Margarita Skulesdatter. Debido a las alianzas castellanas y noruegas dentro del Sacro Imperio Romano Germánico, se llevó a cabo el compromiso matrimonial de la princesa ; porque dicho matrimonio era conveniente tanto para Alfonso X como para Haakon IV.
A finales de 1256 los embajadores de Castilla acordaron con el rey noruego que enviara a su hija Cristina, de veintitrés años, a la Corte castellana y que ya allí se decidiría con cuál de los cuatro hermanos casaderos del rey contraería matrimonio. A comienzos de 1257 la comitiva de la princesa vikinga se embarcó en Tonsberg, cerca de Oslo, con destino a Castilla, pero por alguna causa (se ha alegado que por la mala mar y los mareos del embajador castellano) desembarcaron en Inglaterra. De allí cruzaron a Francia, donde la princesa fue magníficamente acogida por el rey Luis IX, y continuaron el viaje por tierra hasta el Rosellón. Desde allí se dirigieron a Gerona y después a Barcelona, donde Cristina tuvo un gran recibimiento, encabezado por el propio rey Jaime I. El 22 de diciembre cruzaba la frontera de Aragón y Castilla, siendo recibida en Soria por el Infante Luís -el más pequeño de los hermanos del rey, descartado para el matrimonio por razones de edad- y por el Obispo de Astorga. Dos días más tarde celebraría la Navidad en el burgalés Monasterio de las Huelgas, junto con la Infanta Berenguela, hermana del rey. Pocos días después Cristina llegaría a Palencia, a cuyas puertas la esperaba Alfonso X, al frente de un impresionante ejército, y la acompañaría en su entrada en la ciudad, sujetando personalmente la brida de su caballo. De allí marcharon a Valladolid, donde fueron objeto de otro espectacular recibimiento por parte del resto de la familia real y los magnates del reino.
Cristina de Noruega, Infanta de Castilla
La princesa vikinga y sus consejeros se pusieron a considerar las posibles opciones que tenían con los cuatro hermanos casaderos del rey: Fadrique, Enrique, Felipe y Sancho. Fadrique, de treinta y cuatro años, era el más cosmopolita de la familia, pues había viajado extensamente por Italia y Alemania en defensa de los intereses imperiales de su hermano y los suyos propios. A Fadrique el hecho de estar casado con una noble italiana (que aún seguía en Italia) cuando llegó la comitiva no le impidió postularse para marido de la princesa vikinga. Según las crónicas noruegas ella le rechazó a causa de una cicatriz que tenía en el labio debida a un accidente de caza, y que le afeaba mucho el rostro. El Infante Enrique, de veintiocho años de edad, extraordinario guerrero e intrigante político, no fue considerado, ya que se encontraba de viaje en Inglaterra. El tercer hermano, Felipe, de veintiséis años, había sido orientado desde pequeño hacia la carrera eclesiástica. Muy pronto había sido enviado a estudiar a la Universidad de París, donde recibiría clases del futuro santo Alberto el Magno.
Estatua de la princesa Cristina-fundacionprincesakristina
Al regresar a Castilla, Felipe fue nombrado abad de la Colegiata de San Cosme y San Damián, de Covarrubias (Burgos), y posteriormente, a los 21 años, fue nombrado Arzobispo de Sevilla. Por último estaba Sancho, de veinticuatro años. Al igual que Felipe, había sido destinado a la carrera eclesiástica, compartiendo con él los estudios en París. En el momento de conocer a Cristina era administrador perpetuo de la Diócesis de Toledo, a la espera de que le nombraran Arzobispo. Según las crónicas noruegas, fue la princesa Cristina de Noruega quien eligió al Infante Felipe de Castilla, por parecerle el mejor y quien más gustaba al propio rey. La crónica castellana señala que fue Alfonso X quien decidió la identidad del novio. Felipe fue autorizado por el rey a abandonar su dignidad religiosa y finalmente contrajeron matrimonio el 31 de marzo de 1258 en la Colegiata de Santa María, en Valladolid.
placa de la estatua de Cristina de Noruega-.wordpress.com
La historia termina aquí, ya que Cristina moría muy poco tiempo después, en el año 1262, en Sevilla; sin descendencia, y las hipótesis sobre su muerte son variadas. Las teorías más románticas apuntan a que Cristina murió de pena y melancolía, de añoranza al estar tan lejos de casa, sola y en un lugar tan distinto a su hogar. Otras teorías apuntan a una infección fatal de oídos ya que al hallar el cuerpo de la princesa se encontró al lado del oído, escrito en noruego antiguo, un pergamino con un remedio casero para el mal de oído que, curiosamente, hoy en día aún es un remedio que se conoce en la zona, sobre todo entre las mujeres de edad, llamado “xugo de ajo”. La última hipótesis apunta a que Cristina murió envenenada, aunque no existen pruebas fehacientes de ello. ¿Quién habría querido envenenar a Cristina. Se dice que tal vez la mujer de Alfonso X el Sabio, Violante de Aragón, respecto a que Alfonso habría querido casarse con la princesa noruega deshaciéndose de su mujer que no le daba hijos. Sin embargo, de momento y como decimos, son especulaciones sin base histórica demostrable.Se escribió que la causa fueron los calores de la ciudad, a los que no llegó a acostumbrarse. Su marido decidió que la sepultaran en la Colegiata de Covarrubias, donde él había sido abad.
Tumba de la princesa Cristina en el claustro de la Colegiata de San Cosme y San Damián.
A lo largo de los siglos, la historia de la princesa noruega quedó en el olvido hasta que, en el año 1958, unos investigadores encontraron en el interior de un sepulcro los restos de una mujer, de un metro setenta de altura (muy alta para una castellana de la época), pelo rubio y uñas rosadas, vestida con unos ropajes de extraordinario lujo. A su lado yacía un pergamino con versos de amor. Por todo este conjunto de motivos se ha llegado a la conclusión de que se trataban de los restos de la princesa Cristina de Noruega.
Historia medieval de España es la denominación historiográfica de un periodo de más de mil años, entre los siglos V y XV .Como hitos inicial y final suelen considerarse las invasiones germánicas de 409 y la conquista de Granada de 1492.
corona de Recesvinto
El reino visigodo, a partir de la batalla de Vouillé (507), abandonó su presencia en Galia y se centró en las antiguas provincias romanas de Hispania.
A partir del III Concilio de Toledo (589) se fomentó la construcción de una sociedad y cultura comunes, con un gran peso de las instituciones eclesiásticas, bien adaptadas a las estructuras pre-feudales que se venían imponiendo paulatinamente desde la época tardorromana. Las debilidades internas no desaparecieron, permitiendo el rápido éxito de la invasión árabe de 711, que inauguró una prolongada presencia musulmana en España,
redenominada como al-Ándalus. En el periodo del Califato de Córdoba (929-1031) alcanzó su cumbre, convirtiéndose en una potencia económica y militar e iniciando una verdadera "edad de oro".
La edad media se divide en dos grandes etapas: La edad media baja y la edad media alta. La diferencia entre el sistema político feudal y el monárquico es que en el monárquico se concentraba todo el poder en un rey Cambios en el siglo XI: Aumento mucho la producción agrícola.
El surgimiento, consolidación y crecimiento de los reinos hispanocristianos convirtieron ese periodo de ocho siglos, desde su punto de vista, en una "Reconquista" y "Repoblación" de todo el espacio peninsular, al que ya se denominaba "España" en las nacientes lenguas romances. Se construyó una sociedad segregada en comunidades definidas de forma étnico-religiosa (cristianos, moros y judíos, en expresión de Américo Castro); y fuertemente militarizada (como el paisaje, que se llenó de castillos); para la que el uso del término "feudalismo"
Alcázar de Segovia
Hasta el siglo XI el predominio fue claramente musulmán. En la Plena Edad Media (el periodo de las cruzadas), entre la conquista de Toledo (1085) y la batalla de las Navas de Tolosa (1212) la situación pasó por distintos puntos de equilibrio, pues los espectaculares avances cristianos conseguidos ante la división andalusí en taifas fueron frenados e incluso revertidos en los momentos en que los imperios norteafricanos almorávide y almohade impusieron su unificación bajo un rigorismo religioso.
Alhambra de Granada
Mezquita de Córdoba
Las décadas centrales del siglo XIII presenciaron decisivas conquistas cristianas, que dejaron el territorio musulmán reducido al emirato nazarí de Granada, mientras que la estructura territorial peninsular conformaba la denominada "España de los cinco reinos" (el de Granada, el de Portugal, el de Navarra y las Coronas de Castilla y de Aragón). En los siguientes dos siglos el proceso reconquistador prácticamente se detuvo, en un contexto de crisis general que incluyó transformaciones estructurales de envergadura (el inicio de la transición del feudalismo al capitalismo), graves conflictos sociales y continuas guerras civiles; mientras surgían las instituciones españolas del Antiguo Régimen, de gran proyección posterior.
Reyes Católicos (Isabel y Fernando)
La unión de los Reyes Católicos y su compleja política matrimonial permitió, en el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna, la construcción de una Monarquía Hispánica cuya naturaleza y niveles de integración son, en sí mismas, otro problema historiográfico.
Simultáneamente se desarrollaba la Era de los Descubrimientos, cuyo primer beneficiario fue Portugal, que para esa época podía ser vista como la primera monarquía autoritaria de Europa occidental en constituir un Estado moderno (o nación-Estado), condición que se disputa con la propia España (de cuyo destino común no se separó hasta 1640) y los reinos de Inglaterra y Francia.